Los temporales son una gran oportunidad de conseguir una buena foto de paisaje bajo unas condiciones que normalmente no se presentan. Aportan “momento” a una fotografía.
Las olas que trajo Helena al noroeste fueron de 6-8 metros coincidiendo con la pleamar. Pero a esa hora el viento y la lluvia complicaban mucho la toma de imágenes. Así que en cuanto amainó un poco, sobre las 16:30 empezamos a buscar una buena localización desde algunos puntos prominentes donde las olas se viesen de lado. Después de unas cuantas retiradas estratégicas al coche a secar el equipo y dejar pasar la dura llovizna que golpeaba con fuerza la cara, ya casi era la hora de la puesta.
Era momento de buscar otra localización en la que pudiese incorporar las nubes teñidas por los últimos rayos de sol, si la suerte acompañaba.
Protegidos por unas piedras de un fuerte viento que amenazaba con tirarnos en cada uno de sus suspiros esperamos la oportunidad. Al final la paciencia dio sus frutos y disfrutamos de un momento en que la luz se abrió paso entre densas nubes negras.
Para enfatizar el movimiento del mar y de la espuma utilicé un filtro B+W de seis pasos que me permitió prolongar la exposición hasta los 10 s con una focal de 18 mm a f/8. Un polarizador reduce ligeramente el brillo del agua, manteniendo el reflejo de las luces en su superficie.
En el procesado se enfatizó la textura de la vegetación y se mantuvo parcialmente la dominante rojiza que aporta el filtro de densidad neutra.
Doniños – A Coruña