Hace unas semanas, justo cuando desconfinaron nuestra ciudad, pudimos visitar un parque natural que nos encanta y al que no íbamos desde hacía un año largo. Era una tarde soleada, agradable para pasear, con un agradable y juguetón viento que mecía, despreocupado, las ramas de alisos, avellanos y robles, teñidas de un intenso verde.
 
Intenté traer algún recuerdo de los narcisos y de las prímulas que vencían, un año más, al invierno, decorando la primavera con su inocencia. Casi todas han ido a la papelera, movidas por el mismo viento que me hizo sentir vivo y feliz.
 
Estos tiempos, en que añoramos los grandes paisajes, en donde las redes están llenas de lugares espectaculares, nos permiten encontrarnos con nosotros mismos… o huir hacia el futuro.
 
Yo procuro encontrar espacios de paz en pequeñas cosas, en lugares conocidos que siempre me deparan una nueva sorpresa.
 
Me acuerdo de aquella frase de Allan Poe ( en su libro “Los crímenes de la rue Morgemas”):
“Lo importante es saber lo que debe ser observado.”
 
Es algo tan importante que nos lleva toda una vida y cuando empezamos a entenderlo descubrimos el tiempo perdido.
 
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24 mm a f/8 durante 1/2 s con ISO 200.
Filtro polarizador y foco led ajustado con luz cálida.
Procesado final con Nik Color Efex.