La fotografía de sujetos metálicos es de las más exigentes, técnicamente, que conozco. Especialmente si se trata de elementos curvos y mucho más si son pequeños . Pero a veces no hay más remedio que lidiar con estos trabajos.

Para ilustrar algunos conceptos sobre composición para mi próximo libro, me propuse hacerle un retrato a una de mis estilográficas preferidas. Se trata de una edición inspirada en las vidrieras de la catedral de Chartres.

Como fondo utilicé mi monitor para emular los colores de estas vidrieras ya que una superficie impresa difícilmente daría este nivel de saturación y luminosidad. Un par de cartulinas blancas me ayudaron a controlar los reflejos de la ventana, del techo, de la cámara…

Como iluminación utilicé un flash rebotado en la cartulina que se ve en la parte superior derecha (en otra posición). Es una superficie amplia para que la luz sea uniforme sobre la superficie dorada. La situé a una distancia adecuada para que su reflejo no llegase a la parte inferior del plumín y así dejarlo en la oscuridad, proporcionando volumen a la estilográfica.

Nikon D800 con MicroNikkor 105 mm a f/8. Anillo de extensión de 52 mm.

Procesada por zonas para nivelar luces y sombras y contrastar los tonos medios.