El mes de mayo suele ser el preferido por las Armerias para adornar nuestra costa. En algunas zonas siguen siendo muy abundantes, pero en otras vamos viendo como su superficie va menguando con el paso de los años.

Es buena época para fotografiar sus bonitos pétalos, combinando con la luz del ocaso. En esta ocasión también quiero mostrar sus tallos, enredándose entre las duras rocas, intentando resistir un invierno más, un temporal más.

Por que al final no puede haber flores sin un fuerte tallo que las sostenga y unas profundas raíces que las alimenten, ¿verdad? Algo a recordar en un tiempo en el que parece que que cada vez nos fijamos más en los efímero, en lo aparente, en lo superficial…

Por eso elegí un tiempo de exposición muy largo, para que el viento desdibujara lo más llamativo y que lo estático, lo importante, gane el protagonismo que se merece.
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Costa de Ferrol
Óptica de 22 mm a f/13 durante 6 s.
Filtro polarizador y degrado inverso de 2 EV sobre portafiltros #Lucroit