Esta lluviosa tarde hemos dado un paseo entre grandes pinos y al salir del bosque vimos el cementerio del cercano pueblo.
Estos lugares me atraen, me recuerdan que es hora de vivir, que el tiempo no espera por nadie.
Es bueno saber que aunque nuestros componentes fundamentales sean eternos quizá no tengamos otra oportunidad de ser.
Como expresaba tan bien el escritor Jaime Sabines:
“Alguien me habló todos los días de mi vida al oído, despacio, lentamente.
Me dijo: ¡Vive, vive, vive!
Era la muerte.”
Me llamó la atención esta planta. Se la ve tan protegida en su maceta, parte de la lápida de un ser humano. Nada es malo para todos…
¿También os gustan los cementerios para hacer fotos o debería de mirarlo en algún psiquiatra?
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Toma con móvil y procesada en Photoshop