En la quietud del bosque, entre las hojas plateadas de unos árboles ataviados con una jugosa capa de musgo, florece una humilde florecilla.
Su belleza es demasiado simple para que la mayoría de los paseantes se fijen un instante en su presencia. Por eso el sol se esfuerza en evitarlo.
Al igual que la zarzamora, nuestra personalidad también se desarrolla en un entorno, siendo moldeada por las experiencias y las personas que nos rodean.
Es una suerte tener personas cerca que sepan iluminar nuestro corazón y nos ayuden a seguir subiendo, que resalten nuestros colores únicos y los disfruten a nuestro lado.
Por desgracia, mucha de la gente que nos rodea solo pretende acceder a los frutos que tanto nos ha costado sacar adelante.
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Río Mera (Lugo)
105 macro a f/4 durante 1/60
Trípode y edición por zonas.