Encontramos este brote de diente de perro (Erythronium dens-canis) en una pradera del Pirineo, en la ladera del Aneto, que conservaba su cima blanca.
 
Estábamos rodeados de un par de colonias de marmotas que nos miraban sin perdernos de vista, dando voces en los primeros minutos, intrigadas por todos los trastos que sacaban aquellas personas de su mochila.
 
Eran las horas centrales del día y aclaré las fuertes sombras con unos reflectores plateados, para dar esa sensación metalizada a los tonos rojos. Un difusor de gran tamaño tamiza y baja un poco la intensidad de la luz del fondo. El gélido viento del norte soplaba con energía y utilicé unas piedras para fijar todo y evitar que saliera volando. En los ratitos que tenía un poco de tregua y la flor descansaba de su agitado día, hacía algún disparo e iba corrigiendo la posición de los reflectores.
 
Las cimas nevadas, el silencio del viento, los gritos de las las marmotas que cada vez curioseaban más cerca hasta llegar a unos pocos metros, el prado que asumía que tenía que dejar paso a la fuerza irrefrenable de la primavera, los olores de la tierra húmeda, regada por una cercana cascada hija del deshielo… Es curioso como una simple fotografía nos puede evocar tantas sensaciones y recuperar la idea de estar allí. Es la magia de nuestro cerebro y de cómo guarda la información.
 
Es curioso como la mayoría de nuestras fotos de plantas son en plena floración. No nos percatamos en la belleza de lo cotidiano, del momento que nos toca vivir. Solo nos maravillamos ante lo espectacular, que resulta ser siempre efímero. Plantamos nuestro trípode solo cuando los colores son vibrantes y perdemos tantos momentos…
 
Lo malo es que hacemos los mismo en todas las facetas de nuestra vida. Ahora que estamos como esta flor, esperando con paciencia su propio crecimiento, creo que es buen momento para disfrutar de lo que sí podemos hacer, como compartir nuestras fotos en las redes… y recordar esos mágicos momentos a los que nos transportan nuestros recuerdos.
 
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105 macro a f/5,6 con ISO 100
Reflectores de tetra-brick y difusor de 75 cm de Lastolite
Trípode y un buen rato comiendo bajo un frío viento, disfrutando del paisaje y de las marmotas