Cuando fotografiamos trasladamos una imagen tridimensional a las dos dimensiones de un papel o de un monitor. Para que nuestro cerebro recree esas sensaciones espaciales perdidas conviene ayudarle. Un buen punto de partida suele ser jugar con el contraste.
 
En general entendemos por contraste la diferencia entre tonos claros y oscuros, pero el concepto abarca mucho más.
 
En la imagen jugamos con la diferencia entre lo nítido (apenas algunas flores) y un fondo y primer plano desenfocados. Los elementos del primer plano, unas hojas de pino, fueron añadidos para conseguir un marco que tapa parcialmente a la planta y crea volumen.
 
También hay un contraste entre las agujas del pino, muy agudas y la suavidad del resto de la escena.
 
Contraste cromático entre una triada de colores cálidos armónicos que ocupan la parte superior del círculo cromático y la parte malva de los pétalos que actúan como suave acento de color.
 
Lo más habitual en nuestras fotos es que el sujeto sea más claro que el fondo, en este caso opté por elegir un fondo iluminado por los últimos rayos del sol, mientras la planta permanecía a la sombra del joven pino. Para evitar el contraste masivo aclaré la flor con algunos reflectores blancos. Este es otro tipo de contraste, como ya hemos visto.
 
Para mantener un fondo uniforme retiré algunas hierbas secas que rompían la suavidad del encuadre.
 
Objetivo macro de 105 mm a f/4,8 durante 1/45 s. Algunos reflectores para iluminar el fondo y aclarar la planta.
 
Gandía