En muchas ocasiones nos obsesionamos un poco con el formato del visor de nuestra cámara y nos olvidamos de que es simplemente eso, un visor. La foto la tenemos que ver nosotros, sus límites los impone nuestra imaginación.
Podemos elegir un formato vertical, horizontal, panorámico o cuadrado, cada uno transmite sensaciones diferentes que tenemos que aprovechar.
Esta es una de las típicas casas de campo de la campiña de la Toscana (Italia). Pasamos por delante de ella varias veces camino a algunos bosques y castillos cercanos. Pero la luz que encontré en esas ocasiones no era la adecuada. Sin luz no hay vida en la fotografía así que la apunté en la cabeza y buscaba otras oportunidades mejores.
Pero uno de los últimos días, un lluvioso día que aprovechamos para pasear por un precioso hayedo, la luz se abrió al final del día y sabía que tenía que llegar al cruce desde donde veía la casa antes de que desapareciera el sol bajo el horizonte.
La carretera era algo peligrosa así que fue imposible llegar a tiempo, la sombra ya estaba más alta de lo que me gustaría, pero, al menos, esa pequeña zona de luz a la derecha evita que el prado esté completamente oscuro.
Compositivamente la mancha de luz de la derecha sirve de contrapeso a la casa. La mayor densidad de nubes del cielo, a su vez, la equilibra verticalmente y me permite eliminar una zona inferior muy oscura y homogénea que no aporta nada.
El formato panorámico creo que acentúa la progresión de los cipreses que se comportan como una línea visual que nos conduce sin pausa hacia la casa, un punto fuerte de la escena donde converge todo el interés de la toma y la justifica.
Fuji XT-1 con Fujinon 50-140 1:2.8 a f/5,6 durante 1/80 a ISO 400. Filtro polarizador y trípode.
Editada por zonas para mantener textura en las zonas más oscuras, incrementar el contraste de los tonos medios y evitar pérdida de información en las luces.
Cerca de San Quirico (Italia)