Con buena parte de España compitiendo en récords de temperatura, se va disolviendo esta primavera.

En esta esquina de la península, la primavera ha sido muy florida, con los cauces de los ríos muy bajos, los musgos apretados en sí mismos y mucha calima en la costa.

La semana pasada estuvimos en una charla sobre cambio climático en Galicia. La ponencia era de divulgación, muy agradable y con unos gráficos que no invitan al optimismo. Al acabar, la primera pregunta la formuló un señor de unos 80 años. En realidad utilizó el micrófono para afirmar que el cambio no existía. como prueba incontestable recordó que cuando él era joven también hacía tanto viento que incluso tiraba las chimeneas. A continuación se marchó.

Yo no soy tan mayor, pero recuerdo primaveras donde iba al instituto el lunes lloviendo y al cine el domingo sin que hubiera parado. Era el maravilloso mundo del orballo. Hace muchos años que este tipo de lluvia fina, constante, pegajosa, no nos visita.

Uno de los problemas es que nuestra memoria climática apenas supera unos meses. Así es complicado legislar para hacer frente a la situación. Nadie nota el cambio.

En la tele escuchaba las grandes ventajas de vivir en Córdoba en abril a casi 40 ºC : se venden más agua y más abanicos.

Yo intentaré seguir disfrutando de las primaveras que me toquen en suerte, pero soy consciente de que no serán iguales… Quiero mostraros esta foto que me hace reflexionar sobre el futuro, ¿quizá sea tan duro como el que se adivina en el segundo plano?

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Río Belelle (A Capela)
Macro de 105 mm a f/11 durante 1/20 s con ISO 160
Iluminación artificial para resaltar el motivo frente al río
Trípode Leofoto LP-284C Poseidón y rótula Leofoto LH-40PCL
Ajustes por zonas en el procesado.