Cuando hablamos de composición siempre nos viene a la cabeza las famosas reglas de los tercios, de la mirada… Algunos sólo han aprendido a valorar la disposición espacial de los elementos de la imagen.

Pero la composición es mucho más.

En esta imagen tenemos un potente atractor visual, el cartel del parking. Los textos, incluso en otros idiomas reclaman nuestra atención de inmediato. Es un punto de interés.

Nuestro ojo avanza por la toma gracias a las potentes líneas que delimita una luz dura del mediodía, avanzamos por la fachada y al llegar a su extremo salta hacia la parte del sol, la más brillante del cielo. Las zonas claras en tomas oscuras también se comportan como imanes para nuestro cerebro.

La fotografía también tiene el ritmo de la repetición de los pisos del edificio, un patrón que se repite por separado en ambos.

Los colores son dos parejas de complementarios en donde el verde del árbol funciona como un elemento natural que encaja con los acabados naturales de la fachada del edificio de la derecha y la del más alto, que refleja su entorno: el cielo y los árboles cercanos.

El punto de vista se eligió para que las diagonales de los edificios saliesen de las esquinas inferiores y para realzar su verticalidad, manteniendo el punto de fuga de la toma cerca de la parte donde el cielo se aclara.

La composición, en realidad, no es más que saber cómo va a vagar el ojo de nuestros espectadores por nuestras obras, nos permite que vea lo que nos interesa resaltar y que no se detenga en lo que consideramos menos importante.

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