A veces lo que nos impulsa a realizar una fotografía es la luz que vemos. Es el caso de esta imagen.
Estábamos buscando un sitio donde comer en el campo cuando las nubes dieron paso a un sol de mediodía que resaltaba las gotas de lluvia y la transparencia de estas flores. Sabía que no podía perder la ocasión, así que me puse a buscar una composición que me gustase, mientras mis compañeros acababan sus bocadillos.
Mirando varias flores con calma encontré la sombra dentro de una. Las sombras son tan importantes como la luz y a veces no les damos la importancia que se merecen. En este caso creo que es la verdadera protagonista a pesar de su tamaño. Por eso la situé en un sitio que destacase especialmente, es una foto que pretende transmitir tranquilidad, así que recurrí a ubicar el tallo en uno de los tercios y la parte alta de la sombra en un punto aúreo. Una composición tan clásica como eficaz.
Cromáticamente la hoja del fondo, desenfocada, forma una triada de color con el verde del campo y el magenta de la flor. Es una combinación de colores que pocas veces deja indiferente.
Esta hoja también equilibra la masa de color de la flor, mientras la zona más oscura del envés contrasta con una pequeña gota que de otra forma apenas se vería.
Un par de reflectores de color blanco me permitieron hacer sombra e iluminar las zonas que me interesaba ocultar o resaltar.
Unos minutos después la luz se fue tan rápido como había llegado y pude comer tranquilo.
Fuji XT-1 Con MicroNikkor 105 1:2.8 a f/4 durante 1/500 s.
Procesada para retener información en las luces altas, incrementar el contraste de los tonos medios y viñeteado.
Río Mandeo – Betanzos (A Coruña)
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