Parece que ha llegado el verano a esta esquina olvidada de la Península.
Es una mala época para los fotógrafos a los que no nos gustan las playas con tanta gente.
Al menos nos quedan los ríos con sus bosques de ribera que refrescan al paseante incluso cuando el sol nos otea desde lo alto.
Para estas fotos se agradece que las patas del trípode sean largas para apoyarlas en las rocas. La opción es meterlas en el agua, pero si la corriente es fuerte, hay muchas posibilidades de que la toma salga trepidada.
Por cierto, si os interesa una revisión del trípode y de la rótula de Leofoto, que he adquirido hace unas semanas, para mi canal de Youtube me pongo cuando tenga un rato…