Casi nunca las situaciones en que nos toca resolver una fotografía son las ideales.
Los fotógrafos, creo, solemos centrarnos más en los problemas que en las soluciones. La luz es mejorable, necesitaba esta óptica, el fondo no es el adecuado, la toma va a tener mucho ruido… Son muchos los momentos que no abordamos por que lo perfecto acaba siendo enemigo de lo bueno.
Afortunadamente casi siempre llega un momento en que nos damos cuenta de algo que ya decía el gran Mark Twain hace mucho tiempo:
“Veinte años más tarde estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste que por las que hiciste”
Así que, aunque alguna pieza haya que empujarla con firmeza hacia su sitio, no nos olvidemos de aprovechar nuestro momento para disfrutarlo y llevarnos la mejor imagen que seamos capaces de hacer.
En este caso reduje parte del contraste con un reflector blanco, enfoqué solo los pelitos más llamativos de la toma y saqué partido de los maravillosos desenfoques que daba la telaraña con el rocío de la mañana. con el sol a contraluz.
Sí, seguramente una luz más suave permitiría más detalle en las luces, pero un rato antes la tela ondeaba solitaria… Ese es el momento disponible y se hace lo que se puede con lo que se encuentra y con el material disponible…
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MicroNikkor 105 mm a f/6,7 durante 1/180 s.