Hace unos meses descubrimos la playa de “El Pilar”, gracias al chivatazo de Antoni Cladera.
 
El acceso exige un agradable paseo de unos 45 minutos, a veces protegido por un precioso bosque mediterráneo muy bien conservado. Los árboles desaparecen casi de repente para ceder su belleza a un mar de plantas endémicas, que resisten entre las gigantescas dunas que forman su hogar. Quizá sea esta leve distancia la que aparte a la mayoría de los turistas y permiten que el silencio sobreviva en esta cala. ¡Bienvenidas sean las cuestas que consiguen este milagro!
 
El paseo, para un par de enamorados del paisaje y de la naturaleza, es mucho más largo en el tiempo que en el espacio. A pesar de iniciarlo cerca de mediodía, nos sorprendió la puesta de sol mirando para esta solitaria piedra.
 
Ahora, iniciado el año, la imagen me recuerda la inmensidad del espacio que rodea a nuestra pequeña Tierra, danzando alrededor del universo mientras charla con sus hermanos de sus cosas de planetas.
 
Espero que todo el espacio que tenemos que recorrer en esta próxima vuelta os permita trasladaros también en los sentimientos, en la contemplación de lo que os hace felices.
 
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35 mm a f/13 durante 6,5 s.
Filtro polarizador y de densidad neutra.
Trípode Leofoto LS-323C y rótula Leofoto LH-40PCL
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