El río Purón tuvo que labrar una estrecha garganta por tierras alavesas, buscando a su amigo el Ebro. Necesita su ayuda para llevar las aguas de unos bonitos montes al mar.

 

Un poco más arriba encontramos las antiguas zonas de pastos y de labranza del cercano pueblo de Ribera de Valderejo. Un pequeño pueblo ya sepultado y olvidado por el paso del tiempo. Solo se conserva una hermosa iglesia que fue intervenida de urgencia en 2019 para evitar su pérdida irreversible. El retablo se trasladó hace 50 años a un museo, pero la iglesia reserva para el caminante pinturas góticas del S. XIII, que representan a Adán y Eva, entre otros personajes bíblicos, algo muy apropiad en este ambiente tan bucólico. Si hubo un edén puede que se pareciese a este.

 

Fuimos al desfiladero por su alto valor ecológico y disfrutamos mucho de una floración impresionante de orquídeas que no habíamos visto nunca. Pero al salir de la sombra el sol inundó esta loma repleta de flores, mientras al fondo lucía, como ave Fénix, la “nueva” iglesia. Busqué un punto de vista bajo, que hiciera énfasis en la naturaleza, pero con un diafragma muy abierto para que el centro de interés fuera el único edificio que ha resistido.

 

Pensé en tanta gente humilde que invirtió tanto esfuerzo para retener algo de esperanza en un mundo complicado, en construir una iglesia mucho mejor que sus precarias viviendas. Cuando una nube ocultó el fondo e hizo resaltar aún más la iglesia, recortándola, entendí sus motivos…

 

Iglesia de Ribera en el desfiladero del Puron

35 mm a f/2 durante 1/250 s