Creo que Gullfoss es la cascada más conocida de Islandia, gracias a su cercanía a la capital y a su facilidad de acceso.

Evidentemente, dos cascadas en cadena, que trasladan una media de 109 metros cúbicos de agua por segundo, ayuda mucho a que la gente se anime a conocer un sitio.

Nosotros llegamos algo tarde, totalmente empapados tras de un hermoso paseo por otra cascada cercana, y de disfrutar unas cuantas emanaciones de un Geyser. Tras precipitarse por esta cascada que os muestro, de unos 11 metros, el curso del río gira 90º y se forma otra cascada de 20 metros.

Gullfoss nos recibió con un impresionante viento que nos zarandeaba en el corto camino de acceso y que empujaba las gotas de agua con tanta fuerza que dolían los ojos. Eché en falta mis gafas de tormenta.

Durante un buen rato estuve, bajo la lluvia, escuchando y sintiendo la fría humedad que impregnaba el ambiente. Pensé que era imposible hacer alguna foto en estas condiciones y preferí disfrutar de otra forma.

Pero aquello era demasiado bonito para irse sin intentarlo, al menos. Así que saqué la cámara de la mochila, encuadré como pude, sequé la lente frontal con una toalla y disparé en ráfaga. En la primera foto sale mi mano con la toalla, en la tercera ya tenía muchísimas gotas aparcadas en el filtro.

Elegí esta composición porque me recuerda un poco los acantilados de la costa sacudidos por el oleaje. En el procesado preferí no corregir la dominante azulada, dejé los tonos algo apagados y recorté a un formato ligeramente panorámico.
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224 mm a f/10 durante 1/15 s con ISO 160
Filtro polarizador.
Trípode Leofoto LP-284C Poseidón y rótula Leofoto LH-40PCL